- Campiña Florida (Barranquilla, 1907).
- Canciones y Elegías (México, 1933).
- Rosas Negras (Guatemala, 1933)
- Poemas intemporales (México, 1944).
- Antorchas contra el viento (Bogotá, 1944).
- Poemas Fernando Vallejo (editor). Procultura. (Bogotá, 1986).
- Antología S. Ernesto Ojeda (editor). Editorial Panamericana (Bogotá, 1994).
- Rosas negras (antología hecha por Luis Antonio de Villena) Mestral Poesía. (Valencia, España,1988).
- El terremoto de San Salvador: narración de un superviviente (San Salvador, El Salvador, 1917).
CANCIÒN DE LA VIDA PROFUNDA
Un blog dedicado a: Porfirio Barba Jacob
Tuesday, July 31, 2012
Recopilaciones de sus obras
BIOGRAFÌA:
Nació en Santa Rosa de Osos, Antioquia, el 29 de julio de 1883. Hijo de Antonio María Osorio y Pastora Benítez, se crió con sus abuelos en Angostura y en 1895 inició su peregrinaje, que lo llevó por varias ciudades del país y, a partir de 1907, a Centroamérica y a Estados Unidos.Porfirio Barba-Jacob |
La razón de cambiar su nombre por el original y enigmático Porfirio
Barba Jacob se debió a problemas judiciales ocasionados por un homónimo
de Ricardo Arenales.
Su vida fue un continuo y desgarrado peregrinaje por diversos países de América. Estuvo radicado en Guatemala, Honduras, Costa Rica, El Salvador, Cuba, Perú y México,
colaborando con toda suerte de publicaciones literarias y políticas.
Contradictorio, siempre propenso al escándalo, enriqueció la leyenda
sobre su extravagante persona con una producción poética peculiar. Su
espíritu errabundo, lleno de pasión y de nostalgia, formó parte esencial
de su obra, signada además por la angustia y la sensualidad.
Lírico como ninguno, dice de él Nicolás Bayona Posada que
poseyó el arte maravilloso de unir a la música de las estrofas una
embriagadora melodía de pensamientos originales y alucinantes. Murió en
1942 de tuberculosis en la Ciudad de México.
Cuatro años después de su fallecimiento, el gobierno colombiano en el
año de 1946, trasladó sus restos a la república de Colombia.
CANCIÒN DE LA VIDA PROFUNDA
Hay días en que somos tan móviles, tan móviles,
como las leves briznas al viento y al azar.
Tal vez bajo otro cielo la Gloria nos sonríe.
La vida es clara, undívaga, y abierta como un mar.
como las leves briznas al viento y al azar.
Tal vez bajo otro cielo la Gloria nos sonríe.
La vida es clara, undívaga, y abierta como un mar.
Y hay días en que somos tan fértiles, tan fértiles,
como en abril el campo, que tiembla de pasión:
bajo el influjo próvido de espirituales lluvias,
el alma está brotando florestas de ilusión.
como en abril el campo, que tiembla de pasión:
bajo el influjo próvido de espirituales lluvias,
el alma está brotando florestas de ilusión.
Y hay días en que somos tan sórdidos, tan sórdidos,
como la entraña obscura de oscuro pedernal:
la noche nos sorprende, con sus profusas lámparas,
en rútiles monedas tasando el Bien y el Mal.
como la entraña obscura de oscuro pedernal:
la noche nos sorprende, con sus profusas lámparas,
en rútiles monedas tasando el Bien y el Mal.
Y hay días en que somos tan plácidos, tan plácidos...
(¡niñez en el crepúsculo! ¡Lagunas de zafir!)
que un verso, un trino, un monte, un pájaro que cruza,
y hasta las propias penas nos hacen sonreír.
(¡niñez en el crepúsculo! ¡Lagunas de zafir!)
que un verso, un trino, un monte, un pájaro que cruza,
y hasta las propias penas nos hacen sonreír.
Y hay días en que somos tan lúbricos, tan lúbricos,
que nos depara en vano su carne la mujer:
tras de ceñir un talle y acariciar un seno,
la redondez de un fruto nos vuelve a estremecer.
que nos depara en vano su carne la mujer:
tras de ceñir un talle y acariciar un seno,
la redondez de un fruto nos vuelve a estremecer.
Y hay días en que somos tan lúgubres, tan lúgubres,
como en las noches lúgubres el llanto del pinar.
El alma gime entonces bajo el dolor del mundo,
y acaso ni Dios mismo nos puede consolar.
como en las noches lúgubres el llanto del pinar.
El alma gime entonces bajo el dolor del mundo,
y acaso ni Dios mismo nos puede consolar.
Mas hay también ¡Oh Tierra! un día... un día... un día...
en que levamos anclas para jamás volver...
Un día en que discurren vientos ineluctables
¡un día en que ya nadie nos puede retener!
en que levamos anclas para jamás volver...
Un día en que discurren vientos ineluctables
¡un día en que ya nadie nos puede retener!
Porfirio Barba Jacob |
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